El único camino para enfrentar los desafíos del cambio climático y las consecuencias que pueda tener este en las provisiones de alimento en el futuro, es a través de la “ecoagricultura”, Lo que consiste en imitar a la naturaleza y no a los procesos industriales, reemplazando los insumos externos, como fertilizantes, y haciendo uso del conocimiento de cómo una combinación de plantas, árboles y animales pueden potenciar la productividad de la tierra. LEER MAS...
El desempeño de los métodos agroecológicos supera al del uso de fertilizantes químicos en el estímulo a la producción alimentaria en regiones con altos índices de pobreza y hambruna. Como es el caso en algunas regiones de África.
La agricultura ecológica no requiere de costosos pesticidas y fertilizantes elaborados en base a combustibles fósiles, así como tampoco maquinaria cara o semillas híbridas. Es ideal para pequeños agricultores pobres y criadores de ganado, que constituyen la mayor parte de los 1.000 millones de hambrientos del mundo.
Hasta hoy se han hecho grandes esfuerzos en subsidiar cultivos con fertilizantes, pero esta práctica no es sustentable en el largo plazo.
Es previsible un alto grado de desconfianza por parte de los gobiernos ante esta nueva forma de agricultura, ya que el actual modelo agrícola dominante es el enfoque industrial, que busca maximizar la eficiencia y los rendimientos. Sin embargo, ese sistema depende totalmente de combustibles fósiles baratos y nunca rinde cuentas por la degradación ambiental y otros impactos que pueda causar.
Las emisiones perjudiciales para el clima originadas en la agricultura industrial son más que el dióxido de carbono que desprende la quema de combustibles fósiles. Incluyen enormes cantidades de gases invernadero, como el metano que emiten las heces de los animales y el óxido nitroso de los fertilizantes químicos.
Si se suma la deforestación, que se practica principalmente para aumentar las superficies destinadas a la agricultura, y las emisiones derivadas del procesamiento de alimentos y el transporte de larga distancia de los alimentos en todo el mundo, se llega a casi la mitad de todas las emisiones humanas.
Si podemos cambiar la manera como cultivamos, producimos y distribuimos los alimentos, tendremos una solución poderosa para combatir la crisis climática. Y para lograr estos resultados no hay obstáculos técnicos. Es solamente una cuestión de voluntad política.
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