Desafortunadamente en estos últimos días hemos presenciado en Japón la peor tragedia nuclear desde Chernóbil, el año 1986, lo que ha dejado en evidencia la inestabilidad de la energía nuclear, cosa que hasta ahora se argumentaba que era absolutamente segura, incluso en escenarios de países tan sísmicos como Chile (donde no funcionan ni las radios ante un sismo). LEER MAS...
A la desgracia nuclear también podemos sumarle el desastre medio ambiental causado por el derrame de petróleo en el Golfo de México ocurrido en abril del año pasado.
Si pensamos que el carbón no experimenta estos mega desastres, estaríamos sumamente equivocados, ya que es aún más contaminante, y pese a que las autoridades aseguran que las empresas compensarán por los daños, eso no nos protege de la contaminación, algo que ha quedado claro en la bahía de Mejillones, donde hace sólo unos días hubo un derrame en el cual se confirmo la presencia de zinc, plomo y carbón.
Es cierto que hasta hoy las centrales termoeléctricas, hidroeléctricas y plantas nucleares presentan ventajas económicas, características que “afortunadamente” trae a grandes inversionistas a nuestro país, lo que se traduce casi instantáneamente en “desarrollo”. Pero las externalidades generadas por lograr este desarrollo ya no pasan desapercibidas como en el pasado cuando bastaba con indemnizar a unos pocos.
Cada día es más difícil ocultar o manipular la información, ya no basta con aparecer en un medio de comunicación tradicional, como un canal de televisión o un artículo en la prensa escrita para ganar credibilidad, hoy es necesario convencer en los diversos medios digitales y redes sociales, algo que afortunadamente, aún no se puede hacer con solo dinero.
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