Y no fue por falta de interés. Durante cinco años, entre 1997 y 2002, McDonalds hizo lo imposible por adaptarse a los gustos del consumidor boliviano, aún a riesgo de adulterar su imagen internacional, la misma en Tokio o en Buenos Aires, en Moscú o en Ciudad del Cabo. LEER MAS...
De esta manera, incorporó a sus menús la llajwa, la salsa con la que los clientes de aquel país aderezan sus platos, y acompañó a los clientes con las melodías folclóricas más pegadizas.
Pero ni de ese modo. Después de un lapso de insatisfactorios resultados económicos, la casa norteamericana de hamburguesas decidió cerrar los ocho restaurantes que había abierto en las tres principales ciudades del país, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. No lo volvió a intentar. Tampoco en ningún otro punto del planeta se había visto antes en esta posición.
¿Por qué los consumidores bolivianos dieron la espalda a las que, para el resto del planeta, son unas irresistibles hamburguesas? ¿Por qué la empanada, el plato típico del país, ha derrotado a tan poderoso enemigo? Ahora un documental que lleva por título "¿Por qué quebró McDonald´s en Bolivia?" se pregunta los motivos de este rechazo, quizás para lograr repetir esta situación en algún otro punto del mundo.
El documental incluye entrevistas a cocineros, historiadores, nutricionistas y sociólogos, además de al que fuera responsable de la franquicia de McDonald"s en Bolivia, Roberto Udler. Todos ellos parten de una premisa básica: la explicación no está en el producto en sí, del que muchos de ellos no dudan en destacar su sabor y que es el mismo que en cualquier otro restaurante de la cadena, sino en la mentalidad de los consumidores bolivianos.
Los expertos creen que la explicación hay que buscarla en el apego de lo bolivianos no sólo a los productos de la tierra, sino a una mentalidad que sigue dando especial valor a los platos que tienen tras de sí muchas horas de cocina a fuego lento.
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