Recordemos que la radiación afecta directamente a los seres humanos, dañando diversos órganos del cuerpo y causando cáncer y mutaciones al procrear. En el centro de Europa, después de la explosión de la central de Chernóbil, los casos de cáncer se multiplicaron por diez. Además, algunos de los elementos tóxicos, como el estroncio y el cesio, se adhieren a los huesos y músculos de las personas y siguen irradiando el organismo durante al menos 30 años. LEER MAS...
Aunque el reactor nuclear de Fukushima está en Japón, a miles de kilómetros de la mayoría de nuestros lectores, el problema de la radiación superará con creces los límites de la isla. Si hace unos días, producto de la dirección del viento de ese día, la ciudad de Tokio, a unos 300 kilómetros de la explosión, aumentó sus niveles normales de radiación, no debemos olvidar que la radiación que escapó de la planta ya se encuentra en el medio ambiente, libre para moverse con los vientos y corrientes oceánicas.
Esta semana hemos visto cómo cientos de miles de personas han tenido que ser evacuadas de la zona donde explotó el reactor, a mujeres con sus hijos en brazos siendo revisadas para ver si han sido afectadas por la radiación, operarios de la central muertos por la exposición a los gases nucleares, etcétera.
Como se puede ver en este gráfico http://bit.ly/f77GIt, los vientos en la isla nipona soplan constantemente hacia el mar, lo que obviamente significa que la radiación que ha escapado de los seis reactores está yendo a parar a las aguas del océano. Ahí puede entrar directamente en el agua, o puede descender del aire con las aguas lluvia, lo que se conoce como lluvia radioactiva.
Como explican en este sitio http://bit.ly/eh0Lmv, cuando la radiactividad sale del reactor o de la explosión y entra a la atmósfera, pasa a estar en el aire, en el agua, en los peces y en los vegetales. Es decir, entra en la cadena alimenticia. Y cuando la radioactividad entra en la cadena alimenticia, se ‘bioacumula’, lo que significa que va pasando de un ser vivo a otro y empeorando cada vez. A principios de los ’90, la radiación de Chernóbil llegó hasta el ártico, donde se encontraron miles de renos infectados.
Por otro lado, cuando suceden estas catástrofes, siempre se espera que la contaminación “se disperse”, con lo que se logra descontaminar un pedacito del planeta, cierto, pero acumulando contaminación en el planeta entero. Y la cantidad de planetas disponibles para la vida del hombre se reduce a 1 (uno).
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