Seguramente Ud. ya tuvo la ocasión de ver, al menos una vez, un spot de Hidroaysén en la TV, o se encontró con una página completa con la publicidad “a favor de la corriente” en algún ejemplar de un diario regional o nacional (incluyendo a The Clinic), o escuchó las ondas radiales de advertencia energética en el campo con su radio a pilas, o hasta pudo haberse topado con la irrupción de una ventana no deseada, o banner, mientras navegaba en internet (incluyendo el sitio del “independiente” El Mostrador) y que cubrió toda la pantalla de su PC con un afiche dividido en dos partes, uno oscuro como la noche y otro claro como la pretendida salvación que ofrece esta empresa a tanta desgracia que podría ocurrir en el norte de Chile si no se construyen sus represas, acá en Aysén. Leer Más...
Claro. El público objetivo, o “target” como dicen los expertos, al que apunta esta tremenda campaña comunicacional se encuentra o vive en el norte de nuestra región, muy especialmente en Santiago, donde el Metro transporta cientos de miles de personas diariamente. Que alguien le diga que si una mujer prende un secador de pelo puede paralizar la circulación de trenes en medio de una oscuridad que es mejor no imaginarse, pero que conllevaría un caos generalizado en la capital del país incluyendo violentos asaltos y saqueos. Ni pensar la tragedia que se desataría en el Estadio Nacional (el que la mayoría de los ayseninos sólo conoce por la TV), si otro individuo con sólo tocar un timbre (que consume unos insignificantes miliWatts) ocasiona las tinieblas y la confusión de la gente que huiría despavorida. Terrible.
En resumen nosotros, los ayseninos, no nos podríamos identificar con una situación parecida porque no tenemos Metro subterráneo ni gigantescos coliseos deportivos. Esa publicidad no es para asustarnos a nosotros, sino al resto de la población de nuestro país, mediante una fórmula que diseñó una empresa “especializada” en este tipo de publicidad, en este caso una agencia llamada 180º, que entre sus clientes cuenta a CHV, Fasa, Autopista Vespucio Sur, Metro de Santiago, Enersis y Mall Plaza, luego de adjudicarse la respectiva licitación. Según su página web el desafío era “reposicionar una marca debilitada y transmitir a la población la conveniencia e importancia de su materialización para el desarrollo de Chile”, o más bien “casi” todo Chile.
Es la TV la que llega a más hogares y, por lo mismo, la más cara para contratar publicidad. ¿Cuánto dinero estará gastando esta empresa comprando espacios en los medios de comunicación más importantes del país, con niveles parecidos al de las empresas telefónicas, multitiendas o bancos, entre los pocos que pueden financiar la cantidad de minutos en radio y TV, o cm2 en los diarios, y sobre todo en los horarios de mayor audiencia. Incluso pagó al canal del Fútbol (CFD) para que sus avisos salieran en medio de la transmisión del partido final del campeonato nacional en el que la Universidad Católica fue campeón. Es probable que ni siquiera el Ministerio de Salud esté en condiciones de destinar una cantidad de dinero tan inmensa a una campaña sanitaria, como la que realiza esta empresa privada y transnacional.
Sin duda detrás de esta campaña está la mano de su vicepresidente Daniel Fernández K., cuyo paso por la Dirección Ejecutiva de TVN muchos alaban a pesar de que puede ser bastante cuestionable calificar su desempeño como exitoso, si se trató de transformar una empresa que era de todos los chilenos en una industria de programación basura que arrasa los rating pero que olvidó por completo sus funciones de educar e informar y dejando sólo la entretención, mayormente banal, como el único objetivo de este canal de TV, ¿qué tiene de admirable, loable o fantástico eso?
Con su experiencia televisiva Fernández evaluó y recurrió a esos costosos servicios de limpieza de imagen para intentar cambiar la percepción cada vez más negativa que el proyecto ha ido consiguiendo gracias a iniciativas pequeñas pero numerosas, que no tiene comparación en cuanto a recursos monetarios y basada casi enteramente en la voluntad de las personas que no aceptan(mos) una idea impuesta sin consulta como la que pretende Hidroaysén.
De acuerdo a muchos especialistas en temas comunicacionales, comentarios en la internet y debates en las nacientes y crecientes redes sociales (como FaceBook y Twitter) la campaña se está convirtiendo en una tremenda metida de patas debido principalmente a la utilización de argumentos tan absurdo como los que presentan. No hace falta ser entendido en la materia para darse cuenta que insultar la inteligencia de las personas (como lo fue en el caso de la Franja del Sí en el plebiscito de 1988), le puede resultar fatal y en definitiva una virtual anticampaña. Las personas en Chile, aunque no tengan las cifras exactas, saben perfectamente que el consumo domiciliario, que alcanza sólo a un 16% del total nacional y sólo la minería consume más de la mitad, no es un argumento creíble, se convierte en una artimaña tendenciosa e ilegítima, y se parece muchísimo a una campaña del terror.
De todas formas, muy posiblemente, en estos mismos momentos esa insistente campaña está horadando el escaso apoyo con que contaba la iniciativa de Endesa y Colbún de represar nuestros ríos y talar nuestros bosques para plantar torres gigantes de fierro, y los niveles de rechazo a la misma estén aumentando. Acaso si lo mejor que pueden hacer para favorecer lo que los adherentes de Patagonia sin Represas no pueden financiar, es seguir insistiendo por mucho tiempo más con esa publicidad fracasada.
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