Los últimos meses han estado marcados por cuatro temas que han concitado el interés de la opinión pública nacional: el conflicto mapuche, las reivindicaciones territoriales en Isla de Pascua, la venta de la participación estatal en las empresas sanitarias y, en los últimos días, el alza en las tarifas del gas en Punta Arenas. Si bien los dos primeros temas son marcadamente políticos y los dos últimos tienen aspectos técnicos que considerar, lo que subyace a todos estos conflictos es la forma en la que se toman las decisiones en nuestro país.
Creer que todos los problemas se explican completamente por la mentalidad empresarial del actual gobierno es no ver el cuadro completo. El conflicto con nuestros pueblos originarios se arrastra desde la formación misma del estado Chileno, las sanitarias se privatizaron, en contra de la opinión de la ciudadanía, en el gobierno de Frei y el declive de las zonas extremas de nuestro país lleva décadas. Leer Más...
Somos un país centralista de principio a fin, no sólo en la relación entre Santiago y el resto de las regiones sino que dentro de cada una de las regiones se vive un centralismo igual o más fuerte. Nuestro sistema presidencialista, donde el legislativo actúa de buzón de leyes y el poder judicial vive de espaldas al país, sin dar cuentas ni recibir evaluación, es la externalización más palpable de dicho modelo. A lo largo de nuestra historia, todos los esfuerzos descentralizadores, llámense federalismos o regionalismos han sido derrotados por la planificación centralizada del estado, sea esta de corte socialista o bien,a través de los intereses de los grandes grupos económicos, de índole capitalista.
Somos un país centralista de principio a fin, no sólo en la relación entre Santiago y el resto de las regiones sino que dentro de cada una de las regiones se vive un centralismo igual o más fuerte. Nuestro sistema presidencialista, donde el legislativo actúa de buzón de leyes y el poder judicial vive de espaldas al país, sin dar cuentas ni recibir evaluación, es la externalización más palpable de dicho modelo. A lo largo de nuestra historia, todos los esfuerzos descentralizadores, llámense federalismos o regionalismos han sido derrotados por la planificación centralizada del estado, sea esta de corte socialista o bien,a través de los intereses de los grandes grupos económicos, de índole capitalista.
Es hora de asumir que el proceso de regionalización ha fracasado y que no será posible construir un estado descentralizado mientras no cambiemos nuestras leyes, costumbres y mentalidad. Una auténtica descentralización va mucho más allá de la elección popular de las autoridades regionales. Pasa por construir un sistema en que cada habitante de un territorio sea responsable de su propio destino. Eso quiere decir disfrutar de los beneficios de la gestión local y también afrontar sus consecuencias negativas. Esto pasa por la construcción de identidades regionales a través de la definición de las aptitudes y vocaciones del territorio y de su gente, construir planes estratégicos para conseguir el desarrollo buscado y, por supuesto, la elección de las autoridades encargadas de llevar a cabo dicho plan. Todo en un marco presupuestario autónomo. Para que todo esto sea posible se requerirán cambios legales desde el ordenamiento mayor, nuestra constitución, hasta las leyes sectoriales y municipales.
Creer que todos estos cambios se producirán por iniciativa del gobierno central es no comprender las causas de la problemática y simplemente seguir apostando que todo, lo bueno y lo malo, provenga de otros. Elegir autoridades locales con fuertes nexos territoriales y rechazar los candidatos nominados por los partidos que muchas veces ni siquiera conocen las zonas a las que aspiran representar es un primer paso. Ocupar los escasos espacios de participación que el ordenamiento actual entrega y exigir cuentas a las autoridades electas son los siguientes.
Hoy es Magallanes, ayer fueron Arauco e Isla de Pascua, mañana será Arica ó Calama. Mientras todos los ciudadanos que aspiramos a tomar el control de nuestra forma de vida y de desarrollo no actuemos en consecuencia, nos apoyemos mutuamente y colaboremos activamente para que los cambios ocurran , entonces nada cambiará. Debemos entender que las luchas regionales no son temáticas aisladas, de beneficios particulares, sino que son, en su conjunto, el bien común para la nación toda, ya que del modelo centralizado sólo se beneficia una elite muy reducida.
Alejandro San Martín Bravo
Presidente Partido Ecologista
0 comentarios