Un 60% han aumentado las emisiones de dióxido de carbono, el temible CO2, en Chile, en relación al número de habitantes, desde 1994. El Mercurio, 5 de junio de 2011.
Aunque hay quienes aseguran que esto es parte del camino al desarrollo, en el mundo no ha ocurrido lo mismo. Mientras en América Latina el incremento del CO2 per cápita es de sólo 28%, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de Europa y América del Norte han logrado bajar los niveles de contaminación, según datos de la Agencia Internacional de Energía. LEER MAS...
Según la Fundación Jaime Guzmán y distintos expertos eléctricos, los culpables hay que buscarlos en el sector eléctrico y en particular en las centrales a carbón. Y es que mientras en los últimos 17 años la hidroelectricidad creció 65%, las instalaciones termoeléctricas lo hicieron en 755%. La matriz eléctrica de Chile, a juicio de esta entidad, "se ha carbonizado y emite más CO2 por kilowatts generado que el resto de los países de la OCDE y que América Latina", dice el subdirector de la Fundación, Jaime Bellolio. Hugh Rudnick, académico de la UC, explica que eso coincidió con una disminución de la participación de plantas hidráulicas, ya que "la última hidroeléctrica importante que se incorporó al sistema fue Ralco, en 2004".
El rector de la Universidad de Santiago y experto eléctrico, Juan Zolezzi explica que "Chile recurrió a centrales a carbón debido a la crisis del gas y, lamentablemente, la norma chilena ha sido permisiva respecto a las emisiones de CO2". Hay una nueva norma en curso que, se anticipa, revertiría la situación, pero está en su trámite final en Contraloría.
Bellolio añade que faltó "una política energética con mirada a 15 años" y que se ha autorizado a las carboneras "mirando a cada proyecto en su mérito y no al país en su conjunto". "Debiera abrirse un debate sobre la matriz que queremos", señala el subdirector de la Fundación Jaime Guzmán.
Las alternativas son pocas, a juicio de Zolezzi. "En lo inmediato las hidroeléctricas, ya que no antes de 40 años serán competitivas energías no convencionales como la solar, la eólica o la mareomotriz", opina.
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