
En el proceso de deforestación los orangutanes son maltratados, asesinados, quemados vivos, explotados o vendidos en el mercado negro. Estos simios son considerados una plaga para la agricultura de palmera de aceite porque provocan daños a los cultivos.
Las hembras de orangután sufren un drama casi mayor al ser capturadas y utilizadas en los burdeles de Indonesia como prostitutas, donde son atadas para que los hombres las violen repetidamente cada día.
Los datos oficiales han demostrado que más de 50.000 orangutanes han muerto ya como consecuencia de la deforestación para la plantación de palmeras de aceite.
Además del nefasto trato que sufren los animales para poder producir estos cultivos, también las personas nativas de la zona ven socavadas todas sus posibilidades de progreso, al trabajar explotadas en el cultivo de estas palmeras, donde sus derechos son vulnerados.
Ambientalmente, el impacto de esta deforestación en los ecosistemas es dramático. La quema de arbustos para la plantación de palmeras provoca cantidades de humo tóxico alarmantes, que están provocando un desastre ecológico irreversible. Esto tiene graves consecuencias para todos nosotros, puesto que necesitamos la selva para filtrar el dióxido de carbono. Como consecuencia, se está acelerando el calentamiento global, que conduce a niveles crecientes del mar, cambios climáticos, frecuentes desastres naturales, derretimiento del hielo, especies en vías de extinción…
Todos nosotros podemos dejar de contribuir a este desastre evitando el consumo de productos que contengan aceite de palma.
Desde el PACMA proponemos frenar la comercialización de este aceite para consumo, salvo que se indique que su procedencia es de un bosque controlado con criterios de comercio justo y ecológico.
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