Un cuarto de siglo después de la instalación de la dictadura chilena que modificó la historia democrática chilena surgen documentos desclasificados para detallar las atrocidades cometidas por augusto Pinochet y la intervención del gobierno de EUA y de empresas transnacionales en los acontecimientos de Chile. VER DOCUMENTAL
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¿Para qué contar los asesinados, los torturados? Sabemos que fueron muchos y muchas también las lágrimas derramadas en miles de hogares chilenos y por la patria misma - de hecho, el número se preparó desde Santiago para Henry Kissinger, Secretario de Estado de EUA en un memorándum, titulado Ejecuciones chilenas, basado en fuentes de inteligencia, que estimó en 1500 el "total de muertos". En las semanas y meses posteriores, las muertes y desapariciones sobrepasaron las 3,200, de acuerdo con la Comisión Retig.
Si bien se esconden en EUA muchos archivos secretos, poco a poco se avanza en la desclasificación de algunos de ellos bajo la Ley de Libertad de Información y otras normas; otra fuente de información han sido los tribunales de España, donde se busca procesar a quienes cometieron crímenes contra ciudadanos españoles durante ese periodo. El gobierno del presidente Clinton recientemente entregó a investigadores españoles algunas cajas con documentos, especialmente sobre el papel que jugó la DINA, la policía secreta chilena, en el asesinato de Orlando Letelier y su secretaria estadouidense Ronni Moffitt en 1976 en Washington, DC. Dichos documentos describen los patéticos sucesos que comenzaron con la elección de Allende en septiembre de 1970, el golpe de 1973 y los primeros años de dictadura.
Entre las revelaciones más destacadas están:
—La CIA efectuó operaciones encubiertas en Chile en el otoño de 1970 con el objetivo de estimular el "machismo" del entonces presidente Eduardo Frei (padre), e inducirlo así a bloquear la ratificación de la victoria electoral de Salvador Allende. Según los documentos estadunidenses, Frei cedió, pero a última hora se rehusó a seguir con el plan.
-Entre 1970 y 1973, el gobierno de Richard Nixon ordenó a funcionarios estadunidenses impedir los préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo, del Banco Mundial y del Exim Bank a Chile, con el objetivo de dañar la economía chilena y la imagen del presidente Salvador Allende.
—Tras la elección de Allende, Estados Unidos pensó en la posibilidad de expulsar a Chile de la Organización de Estados Americanos (como hizo con Cuba en la década de los 60). De acuerdo con cables del Departamento de Estado, el embajador estadunidense en Chile, Edward Korry, creía que el secretario general de la OEA, Faro Gallo, era un "incompetente fatuo", ya que pensaba que Chile "no era Cuba y Allende no era Fidel".
—El gobierno de EUA estaba enterado de los crímenes realizados durante los días posteriores al golpe, pero aun así autorizó inmediatamente nueva ayuda económica para Chile y ordenó operaciones encubiertas de la CIA para "mejorar la imagen de la junta militar".
—Las cotidianas violaciones de los derechos humanos en Chile, provocaron que en 1975 varios funcionarios de la embajada estadunidense y de la oficina de Planeación Política del Departamento de Estado pidieran cortar la ayuda económica y militar al gobierno de Pinochet, sien embargo venció la opinión del embajador y de los funcionarios del Pentágono y del Departamento del Tesoro, que deseaban fortalecer sus relaciones con la dictadura.
—El general Pinochet pidió visitar al presidente Gerald Ford, en agosto de 1975, pero funcionarios de la Casa Blanca temían que esa reunión pudiera "estimular la crítica (al presidente) en Estados Unidos y en Latinoamérica". Para evitar problemas, el Consejo de Seguridad Nacional recomendó al nuevo embajador, David Popper, que explicara al gobierno chileno "que la agenda del presidente ya estaba llena".
—El entonces ministro chileno de Coordinación Económica, Raúl Sáez, durante una discusión privada con el embajador Popper, culpó a los "asesores fascistas de la junta" de la violación de los derechos humanos de Chile.
En el documento titulado Post mortem de la elección presidencial chilena, preparado por la CIA para el consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, en noviembre de 1970 se establecía que "la elección de Salvador Allende no puede ser culpa de una falta de advertencia a tiempo". En 1968, los analistas de la CIA pronosticaron que ganaría por vez primera la coalición de la Unidad Popular, de Salvador Allende. El 25 de marzo, el 27 de junio y el 7 de agosto de 1970, Kissinger presidió reuniones del "Comité 40", un grupo intersecretarial de alto nivel. El 18 de agosto, el Departamento de Estado entregó a la Casa Blanca una Reseña de política y estrategia de Estados Unidos en caso de una victoria de Salvador Allende. "No identificamos intereses vitales de Estados Unidos en Chile", concluyó esa evaluación. "Al examinar la amenaza potencial que representa Allende, es importante tener en cuenta que es posible que los problemas previstos para Estados Unidos en caso de su elección surjan independientemente de quién se convierta en el próximo presidente de Chile".
Los informes estadunidenses demuestran una actitud histérica ante los resultados de las elecciones del 4 de septiembre de 1970. Docenas de cables escritos por el embajador Korry —definidos por el Departamento de Estado como "Korrygramas" por su lenguaje peculiar y sus opiniones antidiplomáticas— llegaron a Washington. Ese día, Korry envió no menos de 18 actualizaciones sobre el conteo de los votos.
Algunos ejemplos:
-El 5 de septiembre informó que podía escuchar "el rugido creciente de los allendistas, que aclaman su victoria" en las calles.
-El 5 de septiembre informó que podía escuchar "el rugido creciente de los allendistas, que aclaman su victoria" en las calles.
-"Hemos sufrido una dolorosa derrota", escribió Korry, culpando del triunfo de la Unidad Popular a la "pobreza" política de los democristianos y la "miopía de estupidez arrogante" de la clase alta derechista.
-"El liderazgo depende de, si puedo decirlo en español, cabeza, corazón y cojones", concluyó Korry en su cable. "En Chile sólo contaron con chácharas".
El 9 de septiembre, en un cable secreto titulado Una única esperanza para Chile, Korry argumentó que "el futuro de Chile sería decidido por un sólo hombre: Frei. Creo que está jugando sus cartas con extraordinaria astucia en estas circunstancias".
Korry subestimaba la capacidad del pueblo chileno de elegirse democráticamente ya que en un cable del 22 de septiembre, titulado Frei: Tramitando el futuro, Korry describió al presidente como "la figura central", cuyos "movimientos determinan el ritmo, la dirección y la forma de una situación que tiene muchas más fluctuaciones de las que 99.99% de los chilenos sabe".
La CIA pondría en práctica una serie de operaciones más enérgicas para presionar a Frei. "La CIA lanzó una campaña de propaganda y acción política entrelazadas, destinada tanto a incitar como a seducir a Frei" para que se prestara a "la llamada maniobra reeleccionista de Frei", de acuerdo con el desclasificado Reporte sobre actividades del grupo de trabajo de la CIA en Chile.
El programa de acción política tenía "un sólo objetivo", según dijo el director de la CIA, Richard Helms, al Consejo de Seguridad Nacional: "Inducir al presidente Frei para impedir la elección de Allende por el Congreso, el 24 de octubre, y, si eso fracasa, apoyar un golpe militar que impediría a Allende tomar posesión". La tarea, según la CIA, era "reconstruir a Frei como una personalidad política y otorgarle un papel que exige resolución y 'machismo' en un grado que, hasta ahora, ha evadido".
Las presiones de la CIA sobre Frei incluyeron el ofrecimiento de una suma sustancial de dinero para su campaña "de reelección", sobornar a sus correligionarios democristianos para que apoyaran a Frei y se opusieran a Allende, y organizar visitas y llamadas de líderes respetados del extranjero. En un esfuerzo para influir en el presidente chileno a través de su esposa, la CIA instigó el envío tanto de una serie de telegramas, dirigidos a ella, de grupos femeniles de otros países latinoamericanos, como de artículos periodísticos pagados por la CIA y publicados en todo el mundo sobre el peligro que enfrentaba Chile con la elección de Allende. Lo anterior formó parte de una campaña de propaganda encubierta que, presumía la CIA, generó 726 notas y editoriales contra una posible Presidencia de Allende.
Esas operaciones fallaron. Frei se negó a usar su influencia en el Partido Demócrata Cristiano para bloquear la ratificación de Allende en el Congreso y Allende habría de ganar la elección.
Los grandes esfuerzos de la CIA por promover un golpe militar —conocidos como Track II— fueron revelados por el Comité Selecto del Senado, encabezado por el senador Frank Church, a mediados de los setenta. Esta es la primera vez, sin embargo, que se hacen públicos los documentos de la propia CIA sobre el "Proyecto FUBELT", el nombre clave para las operaciones encubiertas cuyo fin era desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular y fomentar una asonada militar.
Por ejemplo, un memorándum secreto, titulado Génesis del Proyecto FUBELT, fechado el 16 de septiembre de 1970, registra la primera reunión de la CIA para analizar las operaciones en Chile. "El presidente Nixon había decidido que un gobierno de Allende en Chile no era aceptable para Estados Unidos", dijo Helms a funcionarios del Directorio de Planes —la sección de operaciones encubiertas de la CIA— y de la División del Hemisferio Occidental. "El presidente pidió a la Agencia impedir que Allende llegue al poder o deponerlo".
En testimonio ante el Congreso y en sus memorias, Kissinger aseguró que la planeación del golpe por parte de la CIA fue "apagada" el 15 de octubre, antes del asesinato del comandante militar chileno René Schneider. Pero un memorándum ultra secreto sobre la reunión del 15 de octubre entre Kissinger, Thomas Karamessines, subdirector de operaciones de la CIA, y el general Alexander Haig, confirma que el asesor de seguridad nacional ordenó: "La Agencia debe continuar manteniendo la presión sobre cada punto débil de Allende: ahora, después del 24 de octubre, después del 5 de noviembre y en el futuro, hasta que se giren nuevas órdenes de movilización".
Un cable secreto enviado al día siguiente desde el cuartel general de la CIA a su jefe de estación en Santiago, Henry Hecksher, afirmaba: "Es una postura firme y continua que Allende sea depuesto por un golpe... antes del 24 de octubre. Pero esfuerzos en este sentido seguirán vigorosamente después de esa fecha. Seguiremos aplicando máxima presión para este fin, usando cada recurso apropiado".
Durante el gobierno de Allende, la CIA continuó en su esfuerzo de fomentar un clima de golpe de Estado en Chile. Por ejemplo, secretamente se canalizaron fondos hacia las campañas previas a las elecciones legislativas chilenas, para reforzar a políticos antiallendistas, de acuerdo con un breviario sobre acciones políticas encubiertas, aún fuertemente censurado, que fue preparado por el director de la CIA, William Colby, dos días después del golpe de septiembre de 1973.
Aún más importante es el hecho de que la CIA otorgó de manera secreta 1.5 millones de dólares al diario El Mercurio, una operación que, según los documentos de la CIA, "jugó un papel significativo en preparar la escena para el golpe militar del 11 de septiembre de 1973".
Agentes encubiertos también mantuvieron nexos cercanos con oficiales militares chilenos descontentos. Para mantener nerviosos a los militares, la CIA "sembró" propaganda falsa, en la que se insinuaba que la izquierda chilena planeaba apoderarse del control de las fuerzas armadas; de acuerdo con el informe del Comité Selecto del Senado, la CIA incluso preparó listas de simpatizantes de Allende para que fueran aprehendidos en caso de que los militares tomaran el poder.
"Track II nunca fue realmente suspendido", testificó Thomas Karamessines, el funcionario encargado de las operaciones de la CIA en Chile, ante el Comité Selecto del Senado en 1975. "Lo que se nos pidió fue que continuáramos con nuestros esfuerzos. Mantenernos alertas y hacer lo que pudiéramos para contribuir a un eventual cumplimiento de los objetivos y propósitos de Track II".
Las operaciones de la CIA constituyeron la rama encubierta de lo que funcionarios estadunidenses llamaban una "tríada" de tentativas políticas para Chile.
La propuesta pública —de acuerdo con un memorándum de Seguridad Nacional, titulado Política hacia Chile— fue definida como una postura diplomática "correcta pero fría". La hostilidad abierta, advirtieron documentos de estrategia secretos, preparados para Kissinger el día de la toma de posesión de Allende, "ayudaría a Allende a cumplir su meta de unificar en torno suyo al pueblo chileno en contra del 'demonio extranjero'".
La tercera rama de la política estadunidense se ha dado en llamar el "bloqueo invisible" de préstamos y créditos a Chile. Durante años, los historiadores han debatido si tal bloqueo existió o si las políticas socialistas de Allende llevaron a la pérdida de esos créditos. Pero documentos del Consejo de Seguridad Nacional muestran que el gobierno de Nixon se movió rápidamente para cancelar la ayuda extranjera bilateral y multilateral a Chile, antes de que Allende hubiera cumplido un mes en la Presidencia.
En el Banco Interamericano de Desarrollo, el Consejo Nacional de Seguridad sencillamente informó al representante de Estados Unidos que no contaba con la autorización para votar a favor de préstamos para Chile. De acuerdo con un informe secreto, preparado para Kissinger varias semanas después de la toma de posesión de Allende, "el director ejecutivo para Estados Unidos ante el BID comprende que puede permanecer sin instrucciones hasta nuevo aviso sobre préstamos pendientes a Chile. Como se requiere de un voto afirmativo de Estados Unidos para autorizar un préstamo... esto impedirá su aprobación".
En el Banco Mundial, funcionarios de Estados Unidos trabajaron secretamente para lograr que Chile fuera descalificado para un crédito de mejoramiento ganadero, de 21 millones de dólares, y préstamos futuros. Incapaz de simplemente vetar los préstamos, la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado preparó una serie de preguntas para que una delegación del Banco Mundial las hiciera a autoridades en Santiago, en un esfuerzo para mostrar que las políticas económicas de Allende no cumplían con los criterios para recibir créditos. "El director ejecutivo transmitirá estas preguntas a personal del banco, de manera rutinaria y discreta", apuntó otro informe del Consejo de Seguridad Nacional, "de modo que reciban atención adecuada por parte del equipo que visite Chile y de otros asesores dentro del banco, pero sin que se note la mano del gobierno de Estados Unidos en este proceso".
Asimismo, el presidente del Export-Import Bank aceptó "cooperar plenamente" con el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Charles Meyer, en la suspensión de nuevos créditos y garantías financieras para Chile.
El gobierno de Nixon también procedió a aislar diplomáticamente al gobierno de Allende en todo el mundo. Una serie de documentos estratégicos elaborados por un grupo de trabajo intersecretarial y presentados a Kissinger a principios de diciembre de 1970, informó sobre "consultas del gobierno de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos escogidos... para promover la adopción de nuestras preocupaciones sobre Chile". Un estudio de 26 páginas dio una consideración seria a la posibilidad de obligar a Chile a salir o ser expulsado de la Organización de Estados Americanos. Los analistas concluyeron, sin embargo, que "dichas tácticas pueden resultar contraproducentes, por la falta de apoyo y simpatía de otros miembros de la OEA", en clara alusión a México.
"El golpe de Estado en Chile fue casi perfecto", afirma un informe del grupo militar de Estados Unidos en Valparaíso. El informe, escrito por el teniente coronel de la Infantería de Marina Patrick Ryan, calificó al 11 de septiembre de 1973 como el "día del destino" de Chile y "nuestro Día D".
La cálida recepción que Washington dio a la junta militar fue la antítesis de su acercamiento al gobierno de la Unidad Popular. Un Mandato de Seguridad Nacional, firmado por Kissinger el 9 de noviembre de 1970, llamó a Estados Unidos a "aumentar las presiones sobre el gobierno de Allende para impedir su consolidación". Hacia Pinochet, la política de Estados Unidos fue diseñada para aliviar la presión sobre los generales, para que pudieran rápidamente consolidar su poder.
Según un breviario de la CIA, preparado para Kissinger dos días después del golpe, el Comité 40 había autorizado operaciones encubiertas para "denigrar a Allende y a su coalición Unidad Popular".
Así, la CIA ayudó a la junta a escribir el Libro blanco del cambio de gobierno en Chile, para justificar el golpe; pagó los viajes de voceros militares alrededor del mundo para promover la imagen del nuevo gobierno; usó sus propios medios para arrojar una luz positiva sobre la junta, y financió a los nuevos asesores de los militares para preparar un nuevo plan económico.
Públicamente, la Casa Blanca de Nixon apoyó a la junta abriendo la llave de la ayuda económica para aliviar la escasez de alimentos en Chile. Tres semanas después del golpe, el gobierno de Nixon autorizó 24 millones de dólares en créditos para comprar trigo (los mismos que le habían sido negados al gobierno de la Unidad Popular) y planeaba transferir dos destructores a la armada chilena.
El informe secreto también afirmaba que Pinochet había rechazado "cualquier calendario para devolver el poder a los civiles".
"Internacionalmente, la imagen represiva de la junta la sigue azotando", dice un informe para Kissinger, fechado el 16 de noviembre de 1973. Informaciones sobre detenciones masivas —la inteligencia estadunidense estimó el número en 13,500—, ejecuciones sumarias, tortura y desapariciones, aparecieron en la prensa internacional casi inmediatamente después del golpe.
Cables desclasificados de la embajada de Estados Unidos en Chile muestran que el gobierno de Nixon estaba preocupado principalmente por la ejecución de los estadunidenses Charles Horman y Frank Terruggi, en el Estadio Nacional. Sus muertes constituyeron una "situación difícil de relaciones públicas", como dijo un cable fechado el 21 de octubre de 1973. El informe de Kubisch a Kissinger daba cuenta de "fuertes" críticas en los medios informativos e investigaciones del Congreso estadunidense sobre esos casos. En febrero de 1974, el propio subsecretario Kubisch habló de esas ejecuciones con el canciller chileno Manuel Huerta, de acuerdo con un memorándum desclasificado, "en el contexto de la necesidad de tener cuidado que temas relativamente pequeños de nuestra relación no hagan más difícil nuestra cooperación".
Los documentos muestran, no obstante, que las continuas violaciones a los derechos humanos se convirtieron en el tema dominante de las relaciones Estados Unidos-Chile.
Para 1975, tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo mismo de Estados Unidos, los defensores de los derechos humanos criticaban con dureza el apoyo continuo que daba el gobierno de Gerald Ford a la dictadura.
Por ejemplo, un memorándum confidencial del Consejo de Seguridad Nacional, fechado el 1º de julio de 1975, reveló la existencia de un motín en la embajada estadunidense. De acuerdo con un memorándum preparado para el asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft, "varios funcionarios de la embajada en Santiago han escrito un texto de protesta", la cual era "apoyada fuertemente por la oficina de Planeación Política de ARA (el área de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado) y se pide cortar toda la ayuda económica y militar a Chile hasta que la situación de los derechos humanos haya mejorado".
Un cable desclasificado, que da cuenta de una conversación entre el ministro chileno de Coordinación Económica, Raúl Sáez, y el embajador Popper, el 6 de abril de 1975, revela cómo se presentaban esas "protestas". Popper dijo que "el problema más difícil que tuvimos en nuestra embajada tenía que ver con las torturas. La raíz del problema, me parecía, estaba en el poder absoluto de la DINA para hacer lo que le pareciera en la detención y manejo de sospechosos".
Sáez respondió que "había objetado ante Pinochet los actos de la DINA, sin mucho éxito hasta ahora".
Informes de la inteligencia estadunidense parecen fortalecer las aseveraciones del ahora encarcelado jefe de la DINA, Manuel Contreras, en el sentido de que el general Pinochet tenía un extraordinario control sobre las operaciones de la policía secreta. Un informe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, fechado el 15 de abril de 1975, titulado La DINA expande sus operaciones e instalaciones, hablaba claramente de su relación: "Desde la promulgación del Decreto de Ley 521, que estableció oficialmente a la DINA como el brazo de inteligencia nacional del gobierno, el coronel Contreras ha informado exclusivamente al presidente Pinochet y recibe órdenes sólo de él".
Archivos tomados del servidor http://www.seas.gwu.edu/archive pertenenciente al National Security Archive.
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