El 30 de diciembre de 2010 se promulgó en Venezuela la Ley de Gestión Integral de la Basura cuyos principios son prevención, integridad, precaución, participación ciudadana, corresponsabilidad, responsabilidad civil, tutela efectiva, prelación del interés colectivo, información y educación para una cultura ecológica, de igualdad y no discriminación. Allí se declara de utilidad pública e interés social todo lo relativo a la gestión integral de los residuos y desechos sólidos, lo cual hace pensar en que poco a poco en el país se abre una nueva visión cambiando el calificativo de la basura de “problema” a “negocio factible”. Solamente en cuanto a empleo la perspectiva atrae. En la ley se expone que los servicios de transferencia y disposición final podrán ser prestados por asociaciones cooperativas, empresas privadas, empresas de propiedad social o comunitaria y otros entes mediante contrato o concesión y por cualquier otra modalidad que las gobernaciones y distritos estimen conveniente. LEER MAS...
Una de las acciones más inmediatas dictaminadas por esta ley es que los municipios que actualmente utilizan vertederos a cielo abierto los conviertan en rellenos sanitarios y en caso de que no exista esa posibilidad se sometan a un plan de saneamiento y/o clausura. Los municipios tienen como plazo este 30 de septiembre de 2011 para entregar los cronogramas de adecuación y/o conversión al recién creado Consejo Nacional para la Gestión de los Residuos y Desechos.
En los rellenos sanitarios se disponen los desechos de manera controlada (esparcimiento, acomodo y compactación de residuos sobre terrenos impermeabilizados), para su cobertura con tierra u otro material inerte. Deben contar con tuberías y lagunas especiales de oxidación para evitar que los lixiviados (líquidos de la basura) contaminen afluentes superficiales y subterráneos y se controlen los gases que se producen debido a los procesos de descomposición.
Aunque los rellenos sanitarios no son la opción ideal siguen siendo la más práctica. Según datos del Minamb, desde el 2005 en el país se han construido 46 de ellos con una inversión aproximada a los 600 millones de bolívares. Una posibilidad de mejora para estos espacios la constituyen las plantas de clasificación y tratamiento de residuos sólidos urbanos, con las cuales se generarían materias primas producto del reciclaje, energía en forma de biogás y electricidad y biofertilizantes.
La instalación de Plantas de Clasificación y Tratamiento de Residuos Urbanos (RSU) es el comienzo de un gran paso dentro de la cultura del reciclaje. Según estimaciones de la organización ambientalista Vitalis, el la actividad generaría de manera directa más de 250 mil nuevos empleos.
En una presentación realizada recientemente por la empresa venezolana Tecnomatrix, se explicó que estas plantas de RSU tienen como cometido la selección y organización de todos los residuos y desechos sólidos urbanos aprovechables, bien sea para el reciclaje, la producción de compostaje o de energía. Según el gerente de Comunicaciones Corporativas de Tecnomatrix, David Esteva, “si hablamos de materias primas, se pueden aprovechar los plásticos, vidrios, metales, papel o cartón. En el caso del material orgánico (equivalente al 45-60% de la basura) se pueden llevar a cabo procesos para convertirlos en abono o biogás”.
Con el reciclaje del 70% de la basura, se generarían nuevas fuentes renovables de energía, materias primas y biofertilizantes, sin dejar de mencionar el mejor aprovechamiento del espacio disponible en los rellenos sanitarios y la notable disminución del impacto medioambiental. Para los desechos biodegradables u orgánicos, se propone la disposición de un biodigestor que puede generar biogás, gracias a la acción de bacterias naturales. “El biogás que se obtiene en los biodigestores contiene alrededor de 65% de metano, lo que le proporciona una alta capacidad calorífica. Este calor se puede aprovechar para calefacción, agua caliente, secado y otros usos, aunque usualmente se prefiere su transformación en electricidad”, explicó Esteva. Al biogás se le considera una energía limpia, pues se disminuye así el uso de combustibles fósiles. Otra de las ventajas, es que dentro de las energías renovables alternativas, es la única que se puede almacenar y transportar.
La puesta en marcha de plantas de biogás permite que -una vez eliminado el gas- los desechos orgánicos se puedan utilizar como biofertilizantes, abonos con alto contenido de nitrógeno, favorables para la agricultura.
Definitivamente, es hora de tomar mano de los avances tecnológicos para disminuir la cantidad de basura que se coloca finalmente en los rellenos sanitarios, una acción que debe ir en simbiosis con la modificación de los hábitos de consumo, impulsando a la vez una cultura de reciclaje y separación en la fuente, justo en el hogar de cada uno de nosotros.
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