Publicado en La Tercera, 29 de mayo de 2011. La conversión medioambientalista desnuda oportunismo, pero también una oportunidad de reinvención.
La reciente conversión concertacionista a la causa medioambientalista desnuda oportunismo y populismo, pero también ofrece una riesgosa oportunidad de reinvención. La coalición del arcoíris nunca le puso mucha atención a lo verde. La nostalgia por los gobiernos que impulsaron la industrialización y la sustitución de importaciones llevó a la Concertación a asociar desarrollo con infraestructura. Gobernar fue construir. El cemento fue el indicador de desarrollo. Lagos pavimentó su camino a La Moneda como ministro de OO.PP. Si bien buscó incorporar más a la gente en la toma de decisiones, Bachelet tampoco se la jugó por una agenda medioambiental. LEER MAS...
Unos pocos parlamentarios, de ambos sectores, se identificaron tempranamente con causas ecológicas. Pero fueron ignorados por el liderazgo de sus coaliciones y por el gobierno. En la sociedad, a fines de los 90 se comenzó a evidenciar una mayor preocupación por la ecología. En momentos aislados, como la construcción de Ralco, algunos temas medioambientales movilizaron a parte de la sociedad civil. Aunque al comienzo de su administración nombró a una medioambientalista en la Conama y luego protagonizó una polémica con Celulosa Arauco por los cisnes en Valdivia, Lagos adquirió el nombre de "capitán planeta" sólo después de dejar la presidencia.
De ahí las sospechas, en medio de la popularidad del movimiento contra HidroAysén, sobre la aparente conversión de la Concertación. Como conversos recientes, los neoambientalistas oportunistamente enarbolan banderas populistas. Pero como arte de lo posible, la política no admite principistas intolerantes o dogmáticos. Los ambientalistas históricos saben que la mejor forma de avanzar sus causas es haciendo propuestas, no sólo expresando rechazos.
Los conversos tardíos también pueden acceder al paraíso de la ecología. Pero el reino de La Moneda será para los que convenzan con propuestas concretas para un Chile mejor. Si la mera oposición al modelo bastara para ganar, el PC hace rato que estaría en el poder. La Concertación no se reinventará levantando carteles de oposición. Precisa proponer soluciones razonables a los problemas y desafíos actuales.
Con todo, el movimiento en contra de HidroAysén ofrece una atractiva, pero riesgosa oportunidad de reinvención. La nueva conciencia ecológica y la oposición al desarrollo a cualquier precio evidencian que Chile cambió. Ese nuevo Chile precisa de una clase política que lo represente adecuadamente. La conversión a un modelo de desarrollo sustentable puede ser una fórmula exitosa para la Concertación. Pero en política, el reciclaje de los líderes no funciona. Hay que renovar liderazgos para ser creíbles. Si la Concertación presenta, vestidos de verde, a los mismos líderes que antes promovieron el cemento como modelo de desarrollo, la cada vez más incrédula opinión pública sospechará populismo y oportunismo.
La polémica sobre HidroAysén constituye una oportunidad para que la Concertación redefina los términos del debate político. Pero no bastará con teñirse de verde. La conversión concertacionista a un modelo de desarrollo sustentable precisa cambios profundos en sus hábitos de hacer política, en los contenidos de su mensaje y también en los liderazgos que personalicen ese mensaje.
De ahí las sospechas, en medio de la popularidad del movimiento contra HidroAysén, sobre la aparente conversión de la Concertación. Como conversos recientes, los neoambientalistas oportunistamente enarbolan banderas populistas. Pero como arte de lo posible, la política no admite principistas intolerantes o dogmáticos. Los ambientalistas históricos saben que la mejor forma de avanzar sus causas es haciendo propuestas, no sólo expresando rechazos.
Los conversos tardíos también pueden acceder al paraíso de la ecología. Pero el reino de La Moneda será para los que convenzan con propuestas concretas para un Chile mejor. Si la mera oposición al modelo bastara para ganar, el PC hace rato que estaría en el poder. La Concertación no se reinventará levantando carteles de oposición. Precisa proponer soluciones razonables a los problemas y desafíos actuales.
Con todo, el movimiento en contra de HidroAysén ofrece una atractiva, pero riesgosa oportunidad de reinvención. La nueva conciencia ecológica y la oposición al desarrollo a cualquier precio evidencian que Chile cambió. Ese nuevo Chile precisa de una clase política que lo represente adecuadamente. La conversión a un modelo de desarrollo sustentable puede ser una fórmula exitosa para la Concertación. Pero en política, el reciclaje de los líderes no funciona. Hay que renovar liderazgos para ser creíbles. Si la Concertación presenta, vestidos de verde, a los mismos líderes que antes promovieron el cemento como modelo de desarrollo, la cada vez más incrédula opinión pública sospechará populismo y oportunismo.
La polémica sobre HidroAysén constituye una oportunidad para que la Concertación redefina los términos del debate político. Pero no bastará con teñirse de verde. La conversión concertacionista a un modelo de desarrollo sustentable precisa cambios profundos en sus hábitos de hacer política, en los contenidos de su mensaje y también en los liderazgos que personalicen ese mensaje.
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