Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que aunque parezca antagonista de tus pensamientos y tus verdades establecidas, alguna vez también pensé como tu. Que si las nociones que di por sentadas en el pasado cambiaron, fue porque me quedé sin argumentos para seguir contrariando la necesidad de vivir de otro modo.
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que la vida que elegí entonces no es la más sencilla. Ciertamente no es tan cómoda, tan tradicional ni sigue un ritmo predescible, pero es la vida que merece ser vivida: una vida donde no se resisten las ganas de callar independiente de las dificultades. Donde se conoce de sobra el poder de la voluntad y las cosas que pueden lograrse cuando un grupo de personas trabaja bajo la fuerte convicción de que es posible hacer del mundo un lugar diferente. Después de todo, mentes divergentes e inadaptadas al ritmo promedio han existido desde el inicio de los tiempos, y no somos nosotros ni los primeros ni los últimos en emprender una lucha contra esos dogmas basados en prejuicios que mantuvieron alguna vez a otras razas, a otro sexo bajo el sometimiento que parece conceder la idea de “superioridad” de unos sobre otros. LEER MAS...
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que la vida que elegí entonces no es la más sencilla. Ciertamente no es tan cómoda, tan tradicional ni sigue un ritmo predescible, pero es la vida que merece ser vivida: una vida donde no se resisten las ganas de callar independiente de las dificultades. Donde se conoce de sobra el poder de la voluntad y las cosas que pueden lograrse cuando un grupo de personas trabaja bajo la fuerte convicción de que es posible hacer del mundo un lugar diferente. Después de todo, mentes divergentes e inadaptadas al ritmo promedio han existido desde el inicio de los tiempos, y no somos nosotros ni los primeros ni los últimos en emprender una lucha contra esos dogmas basados en prejuicios que mantuvieron alguna vez a otras razas, a otro sexo bajo el sometimiento que parece conceder la idea de “superioridad” de unos sobre otros. LEER MAS...
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que hubiese sido más fácil terminar cada frase por el resto de mi vida con un “es lamentable, pero las cosas son así”, sin embargo, eso no hubiese sido una solución para nadie más que para mi misma. Que no seamos nosotros quiénes vivan en carne propia la privación de libertad, la agonía, la muerte indeseada y el sometimiento, no significa que dejen de ser relevantes. Para las víctimas directas ese es todo el mundo que poseen y si nosotros podemos hacer algo por remediarlo ¿Qué razón de peso tendríamos tu y yo para quedarnos de brazos cruzados?.
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que la evolución ha sido un proceso caótico. Que el mundo no es el engranaje perfecto que parece revelarse ante tus ojos: porque ni tu, ni yo, ni el resto de los animales son piezas de la máquina infalible que constituye ecosistemas y que algunos seres humanos se empeñan en preservar a toda costa. Somos erráticos, lo hemos sido desde que existimos y son los individuos – con su sintiencia, con sus instintos, con su mirada subjetiva ante el entorno – quiénes siguen construyéndolo: leonas adoptando gacelas, pingüinos homosexuales, humanos decidiendo a consciencia no tener hijos... ¿Es esa la precisión del mundo que has creado en tu imaginario?.
Las especies no sienten, los individuos si. La individualidad de cada animal es finalmente su única riqueza.
Entonces – si me lo preguntaras – prefiero ese mundo de duración incierta pero donde cada esclavo sea libre, a uno de infinita preservación con individuos deprimidos y robotizados; sometidos a un sistema de ideas que no comprenden, porque su instinto de supervivencia y de libertad son lo único sobresaliente al final de cada jornada.
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que no se trata de pecar de sensibles. Que la verdadera razón de ser de nuestro pensamiento se funda en conceptos y argumentos mucho más antiguos a nosotros mismos, coherentes con las premisas morales y sociales que alguna vez creamos pensando en nuestra especie y que no hallan razón sólida para no extenderse al resto de los seres sintientes. Me gustaría que comprendieras que si puedo vivir perfectamente sin alimentarme ni utilizar animales – animales qué, como sabrás, son seres que experimentan en mayor o menor medida las mismas emociones nuestras – no tenemos justificación para seguirles explotando o para guardar silencio mientras otros lo hacen.
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti, porque puedo oler a kilómetros el potencial de tus conclusiones y la fuerza de tus acciones – que resulta quizás agradable pensar en una vida basada en la comodidad: hacer una carrera, casarse, tener un par de hijos, esclavizarse ante el trabajo, tomar vacaciones una vez por año, dejar de amar, enfermar, recuperar, ganar prestigio, enfermar otra vez, morir y heredar tus millones. Pero que siempre es bueno saber hasta que punto podemos mantener todos los autoengaños que una manera de vivir preconcebida nos va generando. Esa porción de vida que la rutina te va robando... imperceptible, casi sin notarlo. Créeme: hay otras maneras de llevar tu existencia, más azarosas pero ciertamente más auténticas.
Satisfactorias cuando llega ese inevitable momento del último balance sencillamente porque en algún punto entre tu pasado y tu presente perdiste el miedo a abandonar la inercia de la comodidad. Esa facilidad que te otorgaba una vida basada en adecuarse a los problemas y a la constante complacencia frente a las circunstancias, no importando su naturaleza.
Y es que, aunque intentes convencerte ante lo contrario, tus verdades siempre han estado dentro de todo marco.
Me gustaría decirte a ti – sobretodo a ti – que nunca es tarde para deshacerse de los prejuicios. No importa cuanto has ganado a costa de los errores ni cuanto te hayas esforzado en construír una vida como la que tienes. Se puede abandonar el adormecimiento en cualquier momento en que uno se atreva a vivir: a vivir en serio. Y esto es aplicable a todos los ámbitos de la vida donde el tecnicismo te lleve a obrar por inercia más que por convicción.
Me gustaría decírtelo a ti, sobretodo a ti.
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