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MEDIOAMBIENTE: PETRÓLEO SANGRIENTO
El diésel paga menos impuesto que la bencina, pero contamina 20 veces más. Ya está bueno que dejemos de incentivar la polución y ponerle trabas a la energía limpia, podemos empezar por un par de medidas muy concretas.
La OMS aumentó su categorización del humo de diésel al nivel de máximo riesgo de cáncer. Así el humo de diésel se une al gas mostaza, humo de cigarrillo, plutonio, asbesto y arsénico en la lista de causantes directos de cáncer al pulmón y vejiga. Para la comunidad científica y ambiental no es novedad. Ya la EPA (agencia ambiental de Estados Unidos) consideraba que el humo de diesel era cancerígeno. 

Asimismo, el MIT publicó el mes pasado un estudio de similar tenor, en que se estima que la mortalidad prematura debido a la contaminación del sector de transporte era el doble que la mortalidad directa por accidentes de tránsito. Los estudios considerados por la OMS indican quienes están directamente expuestos a humo de diésel (en terminales de buses, en minas, o en trenes) sufren un 300% mayor riesgo de cáncer pulmonar, y que en ciudades con altos niveles de diésel en el transporte el riesgo incremental podía ser un 30% mayor. 
Otros efectos directos en la salud son también importantes: múltiples estudios demuestran que personas con asma leve o moderada ven impactada su función pulmonar al exponerse a humo de “tacos” con mucho tránsito diésel. LEER MAS...

Entonces ¿cómo ha logrado el diésel sustraerse a una mayor regulación todos estos años? Sucede que, en términos de emisiones, los vehículos diésel emiten poca masa de contaminación (g/km) en comparación con otras actividades. Pero estas emisiones ocurren en la fracción ultrafina, justo donde la gente camina y respira.
Los estudios que ha realizado la Universidad de Chile y la Universidad Andrés Bello han demostrado que existe gran variabilidad de cantidad de partículas a las que nos exponemos, pero que en vías donde circula mayor cantidad de vehículos diésel estas concentraciones son consistentemente más altas.

Calles congestionadas como la Alameda duplican sus niveles de partículas en momentos peak de tráfico, especialmente cuando pasan camiones y buses. También si pasamos a la salida de un colegio con una procesión de furgones escolares diesel, las concentraciones llegan a valores muy altos, justamente donde circulan los niños, más susceptibles al asma.

Buscando una solución, ayudaría que el diésel no fuera el combustible más barato. Paga un 25% del impuesto específico que la bencina, pero contamina más de 20 veces más. Estados Unidos ofrece diésel a costos más caros que la bencina. Resultado: la ciudad más contaminada sería considerada de las más limpias en Europa. Europa ha privilegiado vehículos diésel. Resultado: Sus ciudades presentan niveles de PM2.5 muy por sobre Estados Unidos.

En lo inmediato, se pueden tomar medidas inteligentes como dictar ordenanzas que obliguen a apagar motores cuando esté detenido el vehículo. También, permitir la conversión a gas natural a furgones escolares, algo a lo que hoy no pueden aspirar pues son considerados “vehículos privados”.
Dejemos de incentivar a contaminar y ponerles trabas a las tecnologías limpias. Dejemos que el mercado opere en beneficio de la sociedad. De lo contrario, acostumbrémonos a vivir en ciudades que siempre serán contaminadas.

Por Marcelo Mena | Director del Centro Sustentabilidad UNAB
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