Nuestro Presidente nos recuerda que nada es gratis. Pienso en las cosas que la naturaleza pone a nuestra disposición: el calor y la luz del sol, la fuerza de los ríos, los paisajes, el aire, el agua.
Lamentablemente, así como en principio utilizar esos bienes es gratis, también parece ser destruirlos. Y aunque en la práctica la destrucción de la naturaleza no es realmente gratuita (nos cuesta mucho a todos, en calidad de vida, salud, oportunidades de desarrollo, etc), nuestro Estado sí se encarga de que le salga barato a quienes la depredan. ¿Quién paga la cuenta? A veces, nosotros. A veces, nuestros descendientes. A veces, gente que vive muy lejos y que sufre la huella de nuestro crecimiento (por ejemplo, la huella de carbono de nuestra minería, o la contaminación de los mares). LEER MAS...
Así, a muchos de nosotros nos resulta gratuito contaminar con nuestras basuras. Comercializar productos de poco valor o llenos de embalajes inútiles, que sabemos que van a contaminar, es gratis. Emitir gases efecto invernadero es gratis. Hasta emitir gases tóxicos o aguas sucias en el entorno inmediato, a veces es fácil. Qué decir de los olores molestos, basta con darse una vuelta por la carretera entre Puerto Montt y Pargua. ¿Quién paga? No el que contamina; pagamos los demás.Utilizar los recursos de todos muchas veces es gratis. Las concesiones acuícolas pagan patentes irrelevantes, los derechos de pesca se han regalado (aunque parece que se enmendará el rumbo), el royalty minero es una conquista reciente (y para gusto de muchos, insuficiente). Pero al campesino que busca los derechos de agua del pozo de toda la vida, las cosas no se le dan tan fácil. Tampoco a las comunidades indígenas que no pueden gozar de los recursos disponibles en lo que era su territorio.
Prefiero no pensar en cuántas formas de contaminación no sólo son gratuitas, sino además subvencionadas. Y no es que me haya puesto ambientalista: es que los temas ambientales son uno más de los problemas de igualdad de derechos y oportunidades que debemos resolver. Lo que le hacen al medio ambiente me lo hacen a mí, no metafóricamente, sino directamente: o me dañan o me empobrecen. Así de simple.
Como dice Serrat, entre esos tipos y yo hay algo personal.
Alejandro Sotomayor
Profesor de la Universidad Austral de Chile Sede Puerto Montt.
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